Donde vivo en Canadá, no tienes que pagar para ver a un médico o un especialista. Si bien esto es fantástico porque todas las personas tienen acceso al tratamiento, no siempre significa que te traten bien. Al reflexionar sobre mi camino recorrido con distintos profesionales de la salud, siento miedo, ira y ansiedad. He tenido interacciones con especialistas que te pondrían los pelos de punta, como lo fue una declaración hecha por un cardiólogo en una sala de emergencias. No tenía información ni antecedentes sobre mí, no hizo preguntas y basó su "diagnóstico" solo en lo que pudo ver.

_“Ella es gorda y perezosa y no pone suficiente esfuerzo para estar saludable.

Durante muchos años, estas palabras me convencieron de que debido a que vivo con obesidad no tenía derecho a la atención de profesionales médicos. Estaba convencida de que no se podía hacer nada y que yo no valía la pena. Me odiaba a mí misma por dejar que las cosas se pusieran tan mal y pensé en terminar con todo solo para darles a quienes estaban conmigo un poco de alivio de la carga que yo me imaginaba que era.

Entonces, un día visité a mi médica de familia, que nos había atendido durante aproximadamente un año, para comentarle mi preocupación por los síntomas que estaba experimentando que eran notables en mi padre antes de su muerte por un ataque cardíaco. Esperaba que ella dijera que era mi peso, que tenía que comer menos y hacer más ejercicio. No esperaba que se sentara y prestara atención, y que inmediatamente hiciera una derivación urgente a un cardiólogo. Pero eso es exactamente lo que hizo. Mis bajas expectativas no tenían nada que ver con las interacciones previas con ella, y todo que ver con mis interacciones negativas con otros profesionales de la salud.

Sentarme en el consultorio del cardiólogo me llenó de ansiedad; estaba convencida de que me esperaba otro "sermón". Lo que sucedió después me sorprendió. El cardiólogo me miró a los ojos y me explicó que mi corazón estaba agrandado porque tenía apnea del sueño, por lo que mis pulmones carecían de oxígeno. Acababa de comenzar el tratamiento de la apnea del sueño 6 meses antes de verlo. Confiaba en que si continuaba con este tratamiento, "ajustaba mi alimentación y tal vez me movía un poco más", mi corazón estaría bien en menos de un año. Sus palabras me salvaron la vida. Son interacciones como estas las que comenzaron a restaurar mi confianza en la atención y mi fe en la profesión médica.

_“Los médicos nunca me hablaron. O hablaban sobre mí o hablaron con mis padres de mí.

_“Debido a que vivo con obesidad, los médicos asumieron que tenía condiciones de salud que no tenía.

Estas declaraciones capturan conversaciones que he tenido con otras personas que viven con obesidad, donde reflexionamos sobre nuestra experiencia, desde la infancia, con las y los profesionales de la salud. A través de estos intercambios me di cuenta de las muchas experiencias negativas que compartimos. Una persona contó que cuando le dijo al médico que se había unido a Weight Watchers, pensando que el médico la apoyaría... Lo que respondió fue: “Dame $10 a la semana para llamarte y reclamarte sobre lo que comes”. Alguien más afirmó que mientras estaba en el consultorio del médico, podía escuchar al médico hablando con alguien en la recepción sobre lo "gordos y flojos" que éramos sus pacientes. Muchas personas sienten que deben mentir sobre temas relacionados con su salud. Cuando llega el momento de subirse a la báscula, temen “meterse en problemas con el médico”.”

La mayoría de las personas con las que platiqué aseguraron que cuando buscan ayuda de un especialista, a menudo se sienten abrumados por la ansiedad y el miedo. Algunos incluso se enferman físicamente loa días previos a la cita médica. Hablé con una persona que acudió a un especialista por su diabetes tipo 2. Dijo que el médico entró, la miró y le dijo que podía "curar" su diabetes si dejaba de ser holgazana y se mudaba a cualquier lugar menos a la cocina, alegando que "la comida no es tu amiga, y vive en la cocina". Aunque aceptó que nunca había sido una persona excesivamente feliz, después de salir de esa cita se sintió envuelta por la oscuridad. Finalmente, ella trató de quitarse la vida. Afortunadamente, un miembro de la familia la encontró y la llevó a un hospital, y el especialista eventualmente enfrentó una acción disciplinaria.

Algunas personas sienten que hacer dieta, perder peso y volver a subir con tanta frecuencia arruina su cuerpo. Están constantemente agotadas y deprimidas. Cuanto más tarden en hablar con sus médicos sobre lo que está pasando, más difícil será. A menudo sienten que no vale la pena buscar una solución. Como muestra la evidencia, existe una correlación entre la falta de tratamiento de calidad para la obesidad y los trastornos de salud mental.

Los proveedores de atención médica deben aceptar que las personas que viven con obesidad no son gordas y perezosas. Hay varios factores que incluyen la genética, la medicación e incluso las restricciones económicas que contribuyen a que alguien se vuelva obeso. Hay una manera de discutir los problemas relacionados con la obesidad de manera respetuosa y servicial, sin dejar a las personas con una sensación de impotencia y fracaso.

Vivir con obesidad es una lucha diaria tanto física como mentalmente. No solo tenemos que vivir con nuestra vergüenza y autodesprecio, sino que también debemos vivir con el juicio de quienes nos rodean. A menudo, se nos hace sentir que no merecemos ayuda médica, y muchos proveedores de atención médica han sido capacitados para decirnos que simplemente "comamos menos y nos movamos más". Para evitar el agotamiento, la frustración y las complicaciones que pueden resultar de un tratamiento ineficiente, las personas que vivimos con obesidad debemos recibir atención de calidad de nuestros proveedores de atención médica.

Lo que se necesita es un ambiente amigable y complaciente para las personas que viven con obesidad. No solo las y los profesionales médicos deben estar capacitados para brindar atención de manera efectiva y empática a las personas que viven con ENT, sino que también tiene que haber consideraciones como batas más grandes en los consultorios médicos y hospitales pueden marcar una gran diferencia para ayudarnos a mantener nuestra dignidad.

En nombre mío y de mi comunidad de personas que viven con obesidad, hago un llamado a las personas proveedoras de atención médica en Canadá y más allá para que:

1. Reconocer que la obesidad no es únicamente culpa de la persona que vive con ella. Esto significa que las y los profesionales médicos necesitan acceder a la mejor capacitación que esté disponible con una mente abierta y centrada en las personas.
2. Incidir en favor de que las personas que viven con obesidad tengan la mejor atención posible por parte de las y los médicos y especialistas. Y denunciar si sabes que alguien que vive con obesidad ha sido tratado de una manera irrespetuosa. No siempre es fácil, especialmente en comunidades pequeñas, pero hay que hacerlo.
3. Cuando tengas conversaciones sobre la obesidad, hacerlo con respeto. No limitarse a sermonear al individuo sobre comer menos y moverse más. Si bien esto funciona muy bien para algunas personas, para otras no, y se necesita más ayuda.
4. Incidir por medicamentos más asequibles y un acceso más fácil al tratamiento para las personas que viven con obesidad. Muchas personas con las que he hablado han dicho que les encantaría probar algunos de los medicamentos que están disponibles, pero simplemente son demasiado caros a largo plazo.

El momento del cambio es ahora. Es necesario que haya más capacitación disponible para las y los profesionales médicos en todos los niveles. Se están haciendo grandes avances en esta dirección, pero todavía queda un largo camino por recorrer.