Con poco más de una década de trabajo, el movimiento de las enfermedades no transmisibles (ENT), es joven y, hasta hace poco, ha habido una ausencia notable de personas que viven con ENT en el discurso sobre las ENT a nivel mundial.
Aprendiendo de otras respuestas de salud global con la del VIH, la tuberculosis, las discapacidades y la pandemia de COVID-19, sabemos que involucrar a las comunidades es esencial para impulsar algún avance. Estas respuestas han amplificado las voces de las personas con experiencias de vida, permitiendo que las comunidades y la sociedad civil exijan sus derechos fundamentales a la salud y a la participación.
Estos movimientos han abierto un claro camino para las ENT mostrándonos que cuando las políticas, los programas y los servicios se diseñan conjuntamente con las comunidades es más probable que sean relevantes, apropiados, escalables y sostenibles. Al asegurarse de que se centren en las personas y no en las enfermedades pueden responder eficazmente a las necesidades y realidades de aquellas personas a quienes deben servir sin dejar atrás a nadie.
En los últimos años la comunidad de ENT en todo el mundo se ha movilizado cada vez más para pedir que las personas que viven con ENT participen en los procesos de toma de decisiones que les afectan.